Aurora Molina nació en La Habana, Cuba, en 1984. A los dieciséis años emigró a Estados Unidos, donde siguió la carrera de Educación en Arte. Su vida siempre ha estado rodeada por el arte, gracias a su padre Germán Molina, también artista. Molina recibió un Associate of Arts – Visual Arts – del Miami Dade Community College, una licenciatura en Bellas Artes con especialización en Mixed Media de la Universidad Internacional de Florida y una Maestría en Arte Contemporáneo de la Universidad Europea de Madrid en 2009. Actualmente reside en Miami, Florida, donde trabaja como artista a tiempo completo.
Satírica y profundamente imaginativa, la obra de la artista visual Aurora Molina ha merecido un reconocimiento muy merecido. Uno de los rasgos más peculiares de la personalidad creadora de la artista, que hace fácilmente reconocibles sus obras, es su singular concepción y representación de los volúmenes. Las figuras protagonistas de sus trabajos —los gerontos, sobrealimentados de partes infladas, de opulentas sensualidades, curvas firmes y redondas, de actitudes liberadas— se convierten en un desafío de los estándares estéticos, al tiempo que significan una incisiva e irónica crítica a la sociedad contemporánea. La serie de esculturas con el tema del envejecimiento que ha venido desarrollando hace un tiempo ejerce un fuerte impacto en nuestras emociones, pues produce una reflexión crítica sobre la condición del ser humano e infunde un sentimiento de empatía en todos aquellos que seguimos su arte.
En esta conversación, Aurora Molina nos habla de sus inicios y su obra artística.
ME: ¿Recuerdas tus primeros trabajos artísticos? ¿Nos puedes contar algo?
AM: Cuando comencé, quemaba todo. Creo que estaba en una búsqueda de la desintegración de la obra, le daba candela a todo lo que creaba, casi deshaciendo. Siempre experimentando con técnicas mixtas, resina, cera, telas, maderas…
ME: En los años 2000 emigras de Cuba a los Estados Unidos. ¿Cómo recuerdas tu país y de qué manera esta experiencia te ha marcado como artista?
AM: Llegué a Miami en septiembre del 2000, diez días después de cumplir dieciséis años. Al principio no me adaptaba: lloraba mucho y extrañaba a mis amigos. No entendía por qué tenía que cambiar mi vida tan drásticamente, cuando desde siempre añoré irme y estar reunida con mi familia. Recuerdo que el día que mi papá me llevó a una agencia de viajes a comprarme el pasaje de vuelta me llegó el llanto. Después empecé a tener amigos y me acostumbré a estar aquí. En la secundaria tomé varias clases de arte, y de ahí me animé a comenzar clases de dibujo y fotografía en el Miami Dade College. Cuando empecé con la fotografía, enseguida me conecté y comencé una serie de fotos del Trailer par de Little Gables. Fue ahí donde empecé a entrenar mi mirada. Tomaba fotos y mostraba a Cuba: en los trailers se vive igual, la convivencia con los vecinos, estar en el portal, tener las bicicletas ancladas en el frente de la casa, etc. Pues fue ahí donde empecé a recordar a Cuba, mi barrio y mis vecinos, y mostrar eso a través de las fotografías a las personas y hablar con ellas.
ME: Háblanos un poco de cómo defines tu trabajo artístico y qué pretendes con él.
AM: Ahora estoy trabajando en